VIA DOLOROSA

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Cuarto Misterio de Dolor L a V ía Dolorosa El justo es injustamente condenado. El Padre justo permite esta condena porque su Hijo, aceptando su voluntad, ha tomado sobre Sí todos nuestros pecados, que nos merecían la muerte. Cristo muere, pues, por nosotros. Y muere rechazado y despreciado: tiene que morir fuera– fuera del campamento, fuera de la ciudad santa, fuera de la sociedad humana. Jesús no ha puesto límites a su amor por nosotros: «habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo» (Jn 13:1). Pero nuestro hermano y amigo tampoco puso límites a su amor por el Padre, pues obedeciendo hasta la muerte su palabra, guardó perfectamente el primero de todos los mandamientos: «Amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas» (Dtr 6:5). Jesús lleva con todas sus fuerzas la cruz. Va delante de nosotros para mostrarnos cómo encontrar el camino estrecho que conduce a la Vida eterna. Él, que llama a sus discípulos a «tomar su cruz y a seguirle» (Mt 16:24), también «sufrió por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas» (1 Pe 2:21). Jesucristo quiere que nosotros compartamos con Él su sacrificio, del que somos los primeros beneficiados (cf. Mc 10:39; Jn 21:18-19; Col 1:24). Pero es en María, su Madre y Compañera siempre fiel, en quien Jesús encuentra la union más íntima a su sacrificio y sufrimiento por los pecados de todos los hombres (cf. Lc 2:35). (cf. Catecismo de la Iglesia Católica 618; Juan Pablo II, Via Crucis en el Coliseo , 2004; Joseph Ratzinger, Via Crucis en el Coliseo , 2005) Condenado a muerte por Poncio Pilato a instigación de los líderes judíos, Jesucristo sale de Jerusalén llevando sobre sus hombros la cruz hasta el monte Calvario para ser crucificado.

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Page 1: VIA DOLOROSA

Cuarto Misterio de Dolor

La Vía Dolorosa

El justo es injustamente condenado. El Padre justo permite esta condena porque su Hijo, aceptando su voluntad, ha tomado sobre Sí todos nuestros pecados, que nos merecían la muerte. Cristo muere, pues, por nosotros. Y muere rechazado y despreciado: tiene que morir fuera–fuera del campamento, fuera de la ciudad santa, fuera de la sociedad humana. Jesús no ha puesto límites a su amor por nosotros: «habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo» (Jn 13:1).

Pero nuestro hermano y amigo tampoco puso límites a su amor por el Padre, pues obedeciendo hasta la muerte su palabra, guardó perfectamente el primero de todos los mandamientos: «Amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas» (Dtr 6:5).

Jesús lleva con todas sus fuerzas la cruz. Va delante de nosotros para mostrarnos cómo encontrar el camino estrecho que conduce a la Vida eterna. Él, que llama a sus discípulos a «tomar su cruz y a seguirle» (Mt 16:24), también «sufrió por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas» (1 Pe 2:21). Jesucristo quiere que nosotros compartamos con Él su sacrificio, del que somos los primeros beneficiados (cf. Mc 10:39;

Jn 21:18-19; Col 1:24).

Pero es en María, su Madre y Compañera siempre fiel, en quien Jesús encuentra la union más íntima a su sacrificio y sufrimiento por los pecados de todos los hombres (cf. Lc 2:35).

(cf. Catecismo de la Iglesia Católica 618; Juan Pablo II, Via Crucis en el Coliseo, 2004; Joseph Ratzinger, Via Crucis en el Coliseo, 2005)

Condenado a muerte por Poncio Pilato a instigación de los líderes judíos, Jesucristo sale de Jerusalén llevando sobre sus hombros la cruz hasta el

monte Calvario para ser crucificado.

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Fruto que pedimos en este misterio: LA PERSEVERANCIA EN LAS TRIBULACIONES

Hermanos, permaneced firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizáis por Él no serán vanos. Venid a Mí todos los

que estáis afligidos y agobiados, y Yo os aliviaré. Cargad mi yugo sobre vuestros hombros y aprended de Mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontraréis alivio para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. No temáis por lo que tendréis que padecer. Sed fieles hasta la muerte y os daré la corona de la vida.

(1 Corintios 15:58; Mateo 11:28-29; Apocalipsis 2:10)

Padre nuestro…

Toma a tu hijo único, el que tanto amas, y ve a la región de Jerusalén:ofrécelo allí en holocausto sobre la montaña.

(Génesis 22:2)

Dios te salve, María…

Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac:y Jesús, cargando con la cruz, salió de la ciudad hacia el monte Gólgota.

(Génesis 22:6; Jn 19:17)

Dios te salve, María…

El Señor sale como un héroe y se enardece como un guerrero:todos oirán su clamor y vencerá a sus enemigos.

(Isaías 42:13)

Dios te salve, María…

Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo únicopara que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna.

(Juan 3:16)

Dios te salve, María…

Angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida,y son pocos los que lo encuentran.

(Mateo 7:14)

Dios te salve, María…

¡Venid vosotros, los que pasáis por el camino,fijáos bien y ved si hay dolor comparable a mi dolor!

–el dolor con que el Señor me afligió en el día de su furor.(Lamentaciones 1:12)

Dios te salve, María…

Aunque Él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias,

nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado.(Isaías 53:4)

Dios te salve, María…

El que quiera venir detrás de Mí, que renuncie a sí mismo y cargue con su cruz:entonces obligaron a Simón de Cirene para que llevara la cruz detrás de Jesús.

(Marcos 8:34; Lucas 23:26)

Dios te salve, María…

María sale a su encuentro como una madre y lo recibe como una esposa virgen:

Él se apoya en ella y no vacila, se aferra a ella y no queda confundido. (Eclesiástico 15:2, 4)

Dios te salve, María…

Padre, Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste:

Ahora, Padre, glorifícame con la gloria que Yo tenía contigo antes que el mundo exisitiera.

(Juan 17:4-5)

Dios te salve, María… Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo…