informe misionero adultos 15/09/2012

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[Pida a una adolescente o a una joven que presente este relato en primera persona.] V ivo en un pueblo del noreste de Sudáfri ca. Durante toda mi vida he asistido a la iglesia y a la Escuela Dominical, pero cuando una gran carpa apareció en un terreno baldío del pueblo, mi vida fue transformada para siempre. “Ciertamente, Él vieneUn póster anunciaba las reuniones en la tienda con las palabras: “Ciertamente, él vie- ne”. ¿Quién viene?, me preguntaba. Algunos dijeron que las personas que patrocinaban esas reuniones eran sátanistas, por lo que en un comienzo sentí mucho miedo de asistir. Entonces, escuché que una mujer decía: “Esta noche el orador va a hablar de la segunda venida de Cristo”. Eso me llamó la atención. Jesús ya vino como un bebé, pensé. ¿Para qué va a venir otra vez? Jamás habia escuchado hablar de algo semejante en el pasado. ¿Son cristia- nas estas reuniones?, me preguntaba. La curiosidad que sentía fue más fuerte que mis temores, y esa noche me acerqué discreta- SUDÁFRICA | 15 de Septiembre Njabuliso mente a la carpa. Quería saber de qué hablaría el orador, pero me daba mucho miedo entrar. Si lo que dice el orador me produce temor –razonaba—, siempre estoy a tiempo de irme de allí. “Buenas noches”, me saludó un señor, y me en- tregó una Biblia. La tomé y me senté en una silla de plástico dentro de la carpa. Estos hombres no parecen infundir temor, pensé. Mientras esperaba, me puse a hojear la Biblia que me habían dado. En casa tenía un Nuevo Testamento, pero jamás había tenido en mi poder una Biblia completa. Descubriendo las verdades de la Biblia El orador se puso de pie para iniciar la reunión. Entonces, mostró diapositivas para ilus- trar lo que iba diciendo y también proyectaba los versículos de la Biblia que iba citando. En realidad, citó tantos textos que comencé a preguntarme si lo que había oído sobre estas reuniones no eran más que mentiras. Los satanistas no podrían ci- tar la Biblia, pensaba. Cada texto de la Biblia respaldaba lo que el orador decía. Finalmente, me convencí de que él estaba di- ciendo la verdad. Cuando la reunión llegó a su fin, me di cuen- ta de que había hallado algo muy valioso. En mi iglesia rara vez usábamos la Biblia, pero este pre- dicador usaba la Biblia para probar cada asunto que presentaba. Sentí deseos de saber más. 24 Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © MISIÓN ADVENTISTA - DIVISIÓN SUDAFRICANA Y DEL OCÉANO ÍNDICO L os caminos d e Dios L os caminos d e Dios

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Page 1: informe misionero adultos 15/09/2012

[Pida a una adolescente o a una joven que presente este relato en primera persona.]

V ivo en un pueblo del noreste de Sudáfrica. Durante toda mi vida he asistido a la

iglesia y a la Escuela Dominical, pero cuandouna gran carpa apareció en un terreno baldíodel pueblo, mi vida fue transformada parasiempre.

“Ciertamente, Él viene”Un póster anunciaba las reuniones en la

tienda con las palabras: “Ciertamente, él vie-ne”. ¿Quién viene?, me preguntaba. Algunos dijeron que las personas que patrocinaban esas reuniones eran sátanistas, por lo que en un comienzo sentí mucho miedo de asistir.

Entonces, escuché que una mujer decía: “Esta noche el orador va a hablar de la segunda venida de Cristo”. Eso me llamó la atención. Jesús ya vino como un bebé, pensé. ¿Para qué va a venir otra vez? Jamás habia escuchado hablar de algo semejante en el pasado. ¿Son cristia-nas estas reuniones?, me preguntaba.

La curiosidad que sentía fue más fuerte que mis temores, y esa noche me acerqué discreta-

SUDÁFRICA | 15 de Sept iembre

Njabuliso

mente a la carpa. Quería saber de qué hablaría elorador, pero me daba mucho miedo entrar. Si loque dice el orador me produce temor –razonaba—,siempre estoy a tiempo de irme de allí.“Buenas noches”, me saludó un señor, y me en-tregó una Biblia. La tomé y me senté en una sillade plástico dentro de la carpa. Estos hombres noparecen infundir temor, pensé. Mientras esperaba,me puse a hojear la Biblia que me habían dado.En casa tenía un Nuevo Testamento, pero jamáshabía tenido en mi poder una Biblia completa.

Descubriendo las verdades de la Biblia

El orador se puso de pie para iniciar lareunión. Entonces, mostró diapositivas para ilus-trar lo que iba diciendo y también proyectaba losversículos de la Biblia que iba citando. En realidad,citó tantos textos que comencé a preguntarme silo que había oído sobre estas reuniones no eranmás que mentiras. Los satanistas no podrían ci-tar la Biblia, pensaba. Cada texto de la Biblia respaldaba lo que el orador decía.

Finalmente, me convencí de que él estaba di-ciendo la verdad.

Cuando la reunión llegó a su fin, me di cuen-ta de que había hallado algo muy valioso. En mi iglesia rara vez usábamos la Biblia, pero este pre-dicador usaba la Biblia para probar cada asunto que presentaba. Sentí deseos de saber más.

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La Palabra de Dios me motivó a continuar asistiendo a las reuniones cada noche durante el resto de la campaña. Aprendí tantas cosas sobre Dios, y me di cuenta de que en realidad nunca antes lo había conocido de esa manera. Cerca del fin de las reuniones, le dije al orador: “He aprendido mucho sobre Jesús en estas reuniones. Siento que antes apenas lo conocía. ¿Cómo puedo hacer para darle mi vida a Dios? ¿Cómo puedo unirme a esta iglesia?”

El pastor me invitó a asistir a una clase espe-cial que se estaba formando para los que que-rían aprender más de la Biblia y de las creencias adventistas. Con mucho entusiasmo, me uní a esa clase y me preparé para el bautismo

Firme en la feMis padres sabían que había estado asistiendo

a las reuniones de la carpa, pero no me habían dicho nada al respecto. Asumieron que cuando las reuniones llegaran a su fin, me olvidaría de esos adventistas. Por ello, cuando se enteraron de que estaba planeando estudiar la Biblia e in-gresar a la Iglesia Adventista, se sintieron muy mal.

En efecto, parece ser que muchas personas del pueblo se enojaron al saber que treinta perso-nas pedían ingresar a la iglesia como resultado

de las reuniones. Los pastores y los dirigentes de la iglesia del pueblo trataron de desanimarnos de que nos uniéramos a la Iglesia Adventista. Has-ta llegaron a organizar reuniones públicas para disuadirnos de hacernos adventistas. Algunas personas cedieron ante la presión, y decidieron quedarse en sus iglesias.

Pero, yo estaba decidida: quería seguir a Dios. Y, cuando el pueblo se calmó, aún más perso-nas expresaron que querían ser adventistas.

Al final, cuarenta personas dieron el paso del bautismo y llegaron a ser los primeros miem-bros de la congregación adventista del pueblo. Dos pioneros de Misión Global, que permane-cieron en el pueblo después de las reuniones de evangelización, nos enseñaron cómo compartir nuestra fe con los demás. Entonces, comenza-mos a hacer visitas puerta por puerta y a hablar y a orar con las personas.

Una iglesia en crecimientoHoy, la feligresía de nuestra iglesia se ha du-

plicado: ya cuenta con ochenta personas, ade-más de las visitas y muchísimos niños. Nos reunimos en un salón alquilado, pero allí no tenemos lugar para que se reúnan los niños. Por eso, ellos tienen que reunirse afuera, a la sombra de un árbol.

Estamos orando y trabajando esforzadamen-te para construir una iglesia en nuestro pueblo. Pero vivimos en una zona pobre, donde hay mucho desempleo y los salarios son bajos. Mu-chos son agricultores, que apenas logran man-tener a sus familias con la cosecha de sus culti-vos. El desafío parecía imposible. Por eso, ima-ginen qué gozo sentimos cuando nos enteramos de que parte de la ofrenda de este decimotercer sábado nos ayudará a construir una iglesia en el pueblo. Queremos que también tenga una sala de cultos para los niños. Allí, ellos podrán aprender a crecer en la fe, a compartir su fe y llegar a ser líderes de la iglesia. Muchas gracias por ayudarnos a compartir el amor de Dios en el noreste de Sudáfrica.

C á p s u l a i n f o r m a t i v a Ingwavuma es un pueblo de la región noro-

riental de Sudáfrica. Se encuentra cerca de las fronteras con Suazilandia y Mozambique.

La mayoría de la población se dedica a la agri-cultura. Cultivan tomates, camotes y maíz; y algunos crían ganado. La mayoría apenas ga-na lo suficiente para dar de comer a sus fami-lias. La gente del lugar no es acomodada.

En las regiones circundantes, el HIV/SIDA representa una serio amenaza para la salud. En efecto, se cree que una de cada tres per-sonas sufre o es portadora de la enfermedad.