MARCELO AGUERO. FIN DEL MILENIO FIN DEL MODELO.pdf
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Marcelo Rolando Agero
FIN DEL MILENIO FIN DEL MODELO?
Un camino de transformacin.
EDITORIAL HERCA Santiago del Estero
Argentina. 1998
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AUTOR:
Marcelo Rolando Agero
1998 Es propiedad del Autor
I.S.B.N. N 987-96792-2-9
Diseo Grafico de tapa:
Mario Cern
Queda hecho el depsito que previene la Ley 11.723.
Impreso en talleres grficos de editorial HERCA Caro Hnos. S.A.
Lavalle 145 (4200) Santiago del Estero (Repblica Argentina)
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A mis padres, porque son el faro que ilumina mi camino.
A Ernesto que nos dej una vida como ejemplo, y
a Emilia que nos ensea a seguir adelante.
A Rosa Mara que con sus convicciones fortalece mis ideas.
A Luciana, Javier y Mariano a quienes dedico todos mis anhelos.
A la Provincia que todos soamos construir.
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Prologo
LA FUNCION DEL PENSAMIENTO CRTICO
Desde el Manifiesto por una civilizacin solidaria, que firmara el
sacerdote catlico Louis Joseph Lebret hacia mediados de este siglo,
no han dejado de alzarse voces crticas alertando sobre el rumbo de
la que habitualmente llamamos civilizacin occidental cristiana.
Lebret no fue el primero: ya en los aos 30 y 40 surgi una lnea de
aguda reflexin centrada en el concepto de la crisis. Karl Mannheim
(La crisis de nuestro tiempo y Libertad y Planificacin) sita su anlisis
en las dificultades para preservar la libertad colectiva e individual
en pases donde los estados estn, obligadamente, incorporando la
planificacin centralizada de sus decisiones. Desde un ngulo muy
distinto, Jos Ortega y Gasset inaugura una discusin que an no
ha concluido sobre la masificacin y la tecnologa: Cmo no
recordar La rebelin de las masas y la preciosa Meditacin de la tcnica?
El pensamiento cristiano, por su parte, puso nfasis desde
temprano en lo que por entonces se denominaba cuestin social.
Partiendo de Rerum Novarum (Len XIII, 1892). La iglesia incorpor
una preocupacin que haban anunciado los fundadores de la
sociologa moderna, que vean quebrarse los modelos de vida
comunitaria por el influjo de la revolucin industrial. Desde luego,
Karl Marx realiz en sus obras principales un anlisis profundo del
capitalismo como sistema y como modo de produccin, sealando
que la explotacin de los trabajadores era un rasgo inherente a ese
modelo econmico. Es comprensible que la Iglesia demorara en
encontrar un punto de convergencia con el pensamiento socialista,
pues el atesmo proclamado de ste, y luego expuesto como razn de
estado en la Unin Sovitica, creaba un abismo insalvable, pero,
finalmente, los hechos sociales concretos presentaban unas
condiciones tales qu no podan ocultarse a la sensibilidad de una
doctrina social que hallaba algunos puntos de contacto con aquel
discurso. As, al reclamar atencin sobre el destino universal de los
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bienes y sobre el deber gravsimo de los pases ms desarrollados
(Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 1963) ponan en discusin la
economa capitalista y a las relaciones entre las naciones ricas y
pobres, teidas crecientemente de imperialismo desde el siglo XIX.
Este ltimo documento expresaba tambin una nota no exenta de
sutileza: el aprecio por la cultura y la civilizacin tcnica que
contribuyen a la liberacin del hombre, sin dejar de reconocer sus
lmites.
Por qu reverdeci en el siglo XX esta polifactica discusin
nacida, aunque en otros trminos, muchos aos antes? Creemos
que hay varias razones. En primer lugar, porque aquellas historias
clsicas de hombres empeados en dominar el vapor para poner la
energa a su servicio, parecen haber hallado su culminacin, el
despliegue mximo de su energa, en el viaje espacial y las nuevas
conquistas de la electrnica. Pero, adems, se trata de una historia
inconclusa, en marcha acelerada, que sin duda depara las sorpresas
de mundos an por conocer. En segundo lugar, porque este siglo es
el ms cruento de la historia, y no solo por sus guerras: El hambre y
la miseria son parte de ese drama. En tercer lugar porque este siglo
comenz con la experiencia de un camino alternativo, con la
revolucin de 1917, y termin con su clausura, en 1991. Y con ella, la
imagen de un capitalismo triunfante ya sobre el planeta, le permiti
anunciar a Francis Fukuyama que la historia haba concluido.
Es cierto que el sistema capitalista ha sido lo suficientemente
flexible como para transformarse y sortear los escollos de su propia
obra. Su alianza con la tcnica, por un lado, y con la democracia, por
otro, le permitieron dejar atrs la fbrica srdida y la autocracia de
los gobiernos tirnicos. Pero los padecimientos humanos se han
desplazado de horizonte, sin desaparecer. All estn los dolores de
los continentes explotados de la historia. Antes que desaparecieron
los condenados de la tierra (Fanon) apareci en escena la
muchedumbre solitaria (Riesman). Adems, la propia evolucin del
sistema, condujo a la crisis de los grandes relatos, y muchos
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pensaron y piensan que la utopa ha sido herida de muerte. Es
razonable, entonces, que el desasosiego recorra los planos ms
recnditos del pensamiento de este fin de siglo, y que a menudo se
instale en ese lugar ntimo y personal, que solemos llamar nuestra
alma. Se escuchan voces apocalpticas junto a las optimistas, que no
siempre son irreflexivas. El esperanzado sueo de la democracia
abierta no elimina el ojo vigilante sobre sus enemigos. Cmo no lo
sabramos nosotros, los argentinos, que tambin padecimos el
terror? Una suerte de vocacin autista se expone ante nuestros ojos,
bajo la forma del aislamiento y la indiferencia, que conducen a un
inconfesado pero patente deseo de evasin, afortunadamente
resistido por la negativa de aceptarlo sin ms.
Estas incongruencias, reales o aparentes, son las que originan
un hondo y necesario malestar en la cultura de nuestro tiempo.
Necesario, porque solo desde la conciencia de los lmites es posible
avanzar hacia su superacin. Vivimos un tiempo que, acaso por
primera vez en la historia, no es repeticin de otros tiempos, y por
lo tanto, nos empuja hacia la incertidumbre como nico refugio. Si
bien no han dejado de existir, las religiones se han visto conmovidas
por los vientos de la secularizacin, y los hombres que quieren
creer, tienen que reinventar el modo de hacerlo.
No es fcil este tiempo, no Pero, cmo no advertir la
fascinacin de estas paradojas y contradicciones, a la vez que nos
decidimos a resistir las tentaciones de la inaccin y el desaliento? La
penetrante sntesis de Max Weber cuando afirm que la
modernidad haba provocado el desencantamiento del mundo,
podra tentarnos a invertirla, postulando la aspiracin de re-
encantar el mundo, superando a aquella, para as poder habitar en
ambos. Desde luego, no s si esto es posible, pero dista mucho de
parecerme un ejercicio intil.
Es en esta intrincada secuencia de facetas problemticas y de
crtica social que recorre la historia ltima, donde se inserta este
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ensayo de Marcelo Agero, resultando de una reflexin sensitiva
sobre un tiempo cuyos desafos tientan a la accin. En l, se
perciben algunos de los aspectos planteados en las lneas de
indagacin que mencionamos antes, cuya filiacin l podr o no
reconocer, pero que probablemente no rechazar. Los varios planos
de anlisis recurren al marco amplio de los fenmenos
concernientes a lo que hoy se denomina globalizacin, pero tambin
a la dimensin local, en la que transcurre nuestra vida cotidiana.
Somos, al fin, miembros de una comunidad, habitantes de un
poblado, un barrio, y una ciudad.
Su estudio contiene una apreciacin que es clsica, dentro del
pensamiento cristiano, que consiste en postular que los cambios
sociales comienzan como fenmenos subjetivos. En el corazn del
hombre, dicen los textos clsicos. Esta verdad inapelable, que no
excluye la fuerte incidencia de una etapa posterior, colectiva, que se
mueve en el nivel ms amplio de la accin propiamente social, o de
los emprendimientos plurales, constituye uno de los puntos
importantes que sealo al lector, y que yo, tambin lector, deseara
ver ampliados en otra etapa de su trabajo en este tema, porque creo
que las preguntas que ha empezado a formularse, an no han
concluido. Fruto de una experiencia de vida personal como abogado
y escritor, con innegable sensibilidad social y una trayectoria
atendiendo a los problemas pblicos de esta provincia, estas pginas
conciernen, sobre todo a quienes creemos que este mundo, an
siendo bueno, puede y debe ser mejor.
Alberto Tasso
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EL CAMINO DE LA TRANSFORMACION
UN LUGAR PARA EMPEZAR
La historia de la intolerancia en este pas, quizs demuestre
que los cambios solo pueden hacerse desde la bsqueda y no desde la
verdad.
Es posible que debamos concluir que a finales del siglo XX, no
hemos podido construir un mundo distinto, ni proyectar la
esperanza y el amor, y parece que todo se derrumbara en la
mediocridad y el dolor de un mundo globalizado.
Mucho se lleva escrito sobre los fenmenos y las posibilidades
a las que nos enfrenta el fin de siglo, todo tiene el sello de la
desorientacin y la bsqueda.
Las propuestas de salidas son caminos paralelos, que tienen un
solo sentido, superar los desencuentros, el agotamiento del planeta y
del hombre, que nos deja como resultado el siglo XX.
Quizs sea necesario destacar que no todo es trgico como
parece.
Tambin puede resultar necesario reconocer que los falsos
valores que hemos perseguido durante este milenio, no han podido
resolver los problemas de este mundo, y que la falta de valores
genuinos que tengan al ser humano y su destino por centro, son las
causas que nos han trado hasta este mundo globalizado que es
maravilloso en lo interno del proceso sin tener las condiciones
indispensables con qu enfrentarlo.
Hay un mundo que muere, no por el fin del milenio, sino
porque hay un proceso externo al hombre que lo ha superado. Las
creaciones han invalidado a sus creadores, y resulta necesario iniciar
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el verdadero proceso de construccin y transformacin de la nueva
cultura.
El mundo globalizado permite fenmenos maravillosos como
la inmediatez y la totalidad.
El tiempo y el espacio, el pasado y el futuro contenidos en el
presente, asombran al hombre, que paradjicamente contempla un
mundo que lo ha convertido en un ser ajeno.
Esta ajenidad, este desarraigo, este vaco, tienen como
respuesta el egosmo.
El tener como forma o sinnimo de vivir se ha convertido
en el nico modo de ocupar los espacios, pero a su vez, cuando ms
se tiene, el vaco interior se magnifica y surge como respuesta
inevitable la corrupcin del espritu. La insatisfaccin reclama ser
atendida de cualquier manera y entonces los medios que se usan ya
no importan.
Es preciso dejar de poseer para comenzar a vivir. No se trata
de despojarse materialmente al modo monstico, se trata de un
cambio de actitud ante las cosas. Se trata de buscar los lmites, de
darle a las cosas el valor relativo que tienen, para poder
intercambiar los espacios internos con el mundo real. El hombre no
puede vivir para las cosas, porque por ms que posea, no se llenan
los vacos.
El consumismo como propuesta de felicidad, lejos de
satisfacer nuestros deseos, hace ms grande nuestro vaco interior,
porque todos nuestros sentidos, ilusiones, sentimientos, deseos y
facultades, abandonan nuestro cuerpo y se trasladan hacia las cosas,
y la gente tambin se transforma susceptible de ser poseda.
Amamos a travs de un auto, de una casa, de una licuadora, no
amamos a; amamos porque y desde el amor hasta nuestro ms
simples deseos y sentimientos, no pueden existir sino en el mundo
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cosificado exterior que nos rodea, y solo existimos fuera de
nosotros.
Es por todo esto que la corrupcin es un smbolo de poder,
porque hemos dejado de autorrespetarnos para respetar las cosas.
El corrupto no se respeta a si mismo, y por eso no le importa
que cualquier logro no sea producto de su propio esfuerzo, de su
verdadero valor, lo nico que le interesa es tener.
Quienes aceptan la corrupcin tampoco se respetan, porque la
nica diferencia que tienen con los que la ejercen con resultado
positivo, es que no han tenido la oportunidad.
Cuando se habla de exclusores y excluidos, debe tenerse
presente que se est hablando de este sistema corrupto y egosta, es
decir, que quienes quieren entrar, lo desean hacer a este modelo que
ha embrutecido al hombre.
Este sistema exclusivo, materialista, egosta, no permite
soluciones internas, porque carece de algo que es esencial, no tiene
espritu. Por lo tanto no tiene ideales, no tiene esperanzas, ilusiones
ni futuro, y mucho menos presente, porque ha roto sus propias
reglas de subsistencia, que se basan en el equilibrio y por lo tanto se
desbarranca inexorablemente, porque se ha convertido en un vaco,
es nada.
Este sistema genera referentes, que son personas que parecen
tenerlo todo, fama, dinero, poder, posesiones de todo tipo, an de
seres humanos, y sin embargos son drogadictos, suicidas o
resentidos sociales, que vuelcan ese resentimiento en la sociedad a
travs del poder que detentan.
Este mundo viejo que nos deja el siglo XX, ya no tiene
remedio, y hay un mundo nuevo que nace, que trata de surgir del
desastre, y busca cmo preservar el medio ambiente, como combatir
el hambre, como crecer a partir del conocimiento y la solidaridad.
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Este mundo nuevo que tiene al hombre como principal referente,
dentro de un espacio comn en el que habitan otros seres vivos, est
naciendo y es el futuro.
Esto no es de ahora, se ha venido preparando quizs, desde los
principios del siglo, el solo pensar en la abolicin de la esclavitud,
en la consolidacin de las democracias en Latinoamrica, an con
todos sus defectos, la defensa cada vez mayor de los derechos de la
minora, la conciencia sobre la importancia del desarme, el fabuloso
desarrollo de la ciencia y la tecnologa, ya justifica pensar en un
camino no casual.
La globalizacin como un fenmeno resultante del avance de
la ciencia y la tecnologa, es lo ms fantstico que nos deja el siglo
XX. Pero a su vez se transforma en peligroso, porque existe
incapacidad del hombre para controlarlo, porque es una propuesta
de futuro a la que se pretende manejar desde los viejos esquemas
sociales y polticos de un mundo cosificado.
Hay una paradoja que debemos resolver, la globalizacin
posibilitada por la inteligencia del ser humano, est poseda por la
ignorancia y la idiotez en que ha cado ese mismo ser humano.
Pretender ser incluido en el actual sistema de poder, es
producto de un acto ignorante, porque este sistema sucumbe, porque
ya no tiene gobierno posible, la avaricia y el desenfreno nos llevan
al desastre.
Es decir que el sistema se ha quedado sin respuestas y solo
realiza como un acto reflejo e ingobernable, la acumulacin de
riquezas y poder, que a modo del arcn del avaro, no le sirve sino
para su propia putrefaccin.
La crisis que estn sufriendo las bolsas de todo el mundo y el
altsimo grado de inestabilidad de la economa mundial, podrn
tener muchas explicaciones tcnicas, pero para el hombre comn
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tiene una sola, que es simple y a la vez muy compleja: La avaricia lo
ha despojado de su condicin humana.
La gran pregunta que nos deja para contestar este siglo XX es
que si todo lo que se tiene, si todo lo que se produce, lo que se crea,
es para el hombre y a la vez este es excluido de su goce por exceso o
por defecto, Para qu hemos construido todo esto?
La crisis econmica se produce porque no hay a donde ir,
porque el destinatario ya no est en ninguna parte, y los stocks de
bienes se acumulan y los servicios no tienen destino, porque el
afuera es ms grande que el adentro, y como lgica consecuencia, el
adentro se ha quedado sin afuera.
El sistema va a un callejn sin salida, no tiene soluciones
internas, no hay remedios posibles.
Es urgente y necesario construir una alternativa, no desde
adentro, porque este est condenado, tanto como sus actores. Es
preciso hacerlo desde afuera, pero incluso desde un afuera que no se
corresponda con el adentro actual.
Se trata de construir una propuesta desde el mundo real,
independiente de la ficcin consumista, aprovechando los
resultados positivos que nos deja este siglo, como plataforma de
lanzamiento.
Hace aos que la participacin del ser humano en la
recuperacin del mundo real, viene siendo instrumentada, creciendo
en redes sociales de cooperacin, organizaciones no
gubernamentales, fortaleciendo la organizacin municipal, como
primer hbitat de participacin directa.
La humanidad est llegando a la conclusin de que no vale la
pena invertir un solo minuto ms en el actual sistema, que est
caduco y enfermo, y aunque debamos seguir transitndolo, de
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acuerdo con reglas establecidas, hay que trabajar en conjunto para
cambiarlas y preparar la transformacin.
Para todo esto hay un comienzo al cual no podemos eludir, la
transformacin personal. Sin ella la transformacin social es
imposible. El mundo que se va, es oscuro, egosta, terrorfico, con
hambre, guerras, epidemias, es un lugar donde al hombre se le han
acabado las oportunidades.
El mundo que se viene es abierto, lleno de luz, lleno de ideas
nuevas, donde el hombre es el principal protagonista.
Aqu y ahora hay un lugar donde comienza el nuevo camino,
para escribir, para hacer, para construir, para imaginar, pero sobre
todas las cosas, para actuar.
Pero nada podr hacerse si no hay una transformacin
personal y social, no hay cambios posibles si no los deseamos y los
construimos profundamente y con fuerza.
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LOS VALORES Y LA TRANSFORMACION
Sabemos que el ser humano de una u otra forma, busca el
perfeccionamiento. Es como un mensaje cifrado, una meta
incorporada a la razn de su existencia, que lo hace definir los
valores y el sentido de una raza, pueblo o regin.
Si vemos el resultado de las ideologas del siglo XX, podemos
concluir que no han logrado aportar una solucin al hombre en el
aspecto ms importante, su existencia como ser humano.
Las basadas en el materialismo capitalista o el dialctico han
puesto la solucin fuera del ser humano.
Las basadas en el misticismo, con la esperanza de una tierra
prometida en la otra vida, tampoco pudieron superar el problema,
porque tambin plantearon la solucin fuera del hombre.
Y de todo, finalmente, se ha apropiado el capitalismo ms
crudo donde solamente el mercado es dueo de la vida y obra de los
seres humanos, con una concentracin econmica pocas veces
conocida en la historia del mundo.
Son finalmente estas ideas las que han fundado los valores
sociales del siglo XX, para recalar al final del milenio, en el
abandono de las ideologas, porque se han roto todos los lmites. Lo
escrito ya no existe, los pactos sociales ya no tienen vigencia y el
hombre ha perdido sentido en una sociedad que no puede resolver la
injusticia.
Hay hechos muy marcados en estos das, la globalizacin
como un fenmeno inevitable, derivado de las comunicaciones en
general, ha borrado las fronteras, ha acelerado el tiempo, y
relativizado las distancias. Este es un capital de propiedad social,
que ha producido el cambio ms fantstico y fascinante que nos
entrega este siglo.
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Por otro lado, se encuentran las consecuencias polticas de la
apropiacin de la globalizacin, por un modelo que ha usado todos
los medios que le brind este fenmeno para expandirse, crecer y
dominar.
No es objeto de este trabajo analizar la concepcin que ha
permitido que considere siempre que todo el mundo le pertenece a
unos pocos, y que por lo tanto toda posibilidad que pretenda existir
fuera de ese universo, debe ser eliminada por cualquier forma.
Pero si es importante decir, que ha sido esa concepcin la que
ha permitido el desarrollo del proyecto geopoltico hegemnico, que
se ha servido de la globalizacin para expandirse.
Pero tambin es necesario advertir que no todo est
condicionado al fatalismo de la dominacin, porque todo proceso de
expansin genera fuerzas contrapuestas, y modificaciones en todo
lo humano y social, que no se puede manejar voluntariamente.
Si antes era posible la intervencin directa para acallar un
reclamo social, sobre la base del componente ideolgico, y con lo
cual se despojaba de legitimidad a este reclamo, hoy ello no puede
ser realizado sin exponer a sus actores en forma directa.
El hambre, la injusticia, la expoliacin del ser humano, ya no
son un fenmeno ideolgico, sino una realidad que adems tiene
nombre y apellido. Hoy todo el mundo sabe quines son los dueos,
quienes son los actores del desorden, como tambin hoy, es muy
difcil acallar la realidad bajo la cortina de las ideologas extraas.
Y esto, aunque parezca paradjico, se lo debemos a la
globalizacin, puesto que esta especie de mundo uno, ha puesto la
paternidad de nuestras desventuras en donde siempre estuvo y no se
lo vea, en este modelo econmico de exclusin.
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Pero no todo va en el mismo sentido, no todo est fatalmente
determinado y programado, y no es cierto que ya nada podemos
hacer al respecto.
Debemos pensar que las sociedades de los pases centrales han
modificado su conducta; el ser humano ha modificado su conducta
gracias a la globalizacin, que le ha creado conciencia planetaria.
Basta con detenernos en el ejemplo de cmo afect e interes
al mundo la destruccin del monte santiagueo. Pero as tambin
pudimos ver perfectamente que esa destruccin estaba originada en
la voracidad, la corrupcin y el egosmo, y esto vale para Brasil,
frica o cualquier otra regin del planeta.
Hoy se ha puesto en evidencia que, por ejemplo, un derecho y
valor fundamental como es la libertad, en realidad no ha sido ms
que la justificacin de una sola y principal libertad para las
minoras: La libertad de robar (Noam Chomsky: La intervencin
estadounidense en Centroamrica y Vietnam).
Y esto es lo que han hecho durante todo el siglo XX, las
potencias que han consolidado el proyecto hegemnico de poder en
todas las pocas, y en todas nuestras regiones, con los recursos
naturales y humanos, y adems es lo que nos hacen nuestras
dirigencias polticas comprometidas con el modelo, que suponen
que el poder es un botn de guerra, al que se llega no sin un
sinnmero de batallas para conquistar al electorado, en el mejor de
los casos, cuando no se lleg a travs de los golpes de estado.
Pero hay que insistir, hoy no todo es igual, y las propias
sociedades de los pases centrales estn experimentando el cambio
porque el modelo comienza a excluir tambin, a parte de esas
sociedades.
Adems, en general, la humanidad est poco propensa a
tolerar el robo y la destruccin, porque hay conciencia planetaria, y
el hombre y sus circunstancias, han dejado de ser una visin lejana,
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para ingresar sin tiempo ni espacio en la conciencia de cada
individuo. Vuelvo al ejemplo del bosque santiagueo.
Para muchos, la globalizacin es el triunfo del capitalismo en
su versin ms crudamente liberal.
Creo que en realidad la globalizacin como resultado del
progreso cientfico y tecnolgico, es un patrimonio de la humanidad
del que se ha apropiado el modelo, pero no por mucho tiempo.
Pensemos que la economa actual no es la misma que la de
hace veinte aos. Las bolsas del mundo hoy se conmocionan ante el
ms tmido cambio de estructura o indicio de inseguridad en
cualquier regin.
Las condiciones sociales y polticas de cualquier pas, por
pequeo que sea, han dejado de ser cuestiones ideolgicas para
convertirse en problemas reales que afectan el equilibrio mundial.
Se habla de economas emergentes y me parece que
deberamos hablar de realidades emergentes, de sociedades que
paradjicamente, gracias a la globalizacin, han desarrollado su
sentido de identidad con relacin al otro, y buscan su lugar en el
mundo globalizado.
Y aqu est la gran divergencia, este es el punto de eleccin.
Este lugar lo buscamos como excluidos en el proyecto de poder y de
modelo econmico, o construimos una alternativa que contenga al
ser humano, al planeta, sus recursos, y al progreso social como
metas fundamentales.
Retomamos aquel sentido de perfeccionamiento al que haca
referencia al comienzo, y generamos nuevos valores basados en los
fundamentos de la verdadera existencia del ser humano y ms all
de los intereses egostas que han primado hasta ahora.
Nada es eterno, porque todo proceso, y el social con mayor
razn, contienen en su seno fuerzas contrapuestas que condicionan
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su evolucin ms all de las influencias o intenciones de las
individualidades que lo animan.
Podemos decir sin temor a equivocarnos, que los cambios han
comenzado, los nuevos paradigmas estn en el ambiente y la crisis
no son ms que la anticipacin de los cambios.
En plena guerra fra, el botn que poda destruir el mundo
estaba en manos de los amos del planeta, hoy ese botn lo puede
apretar cualquier terrorista fantico y tarde mejor que nunca nos
hemos dado cuenta que debemos eliminar el botn.
Creo que llegaremos a un desarme de las conciencias y si bien
es cierto que puede decirse que para conquistar un pas solo debe
controlarse su bolsa de valores, no es menos cierto que la
desesperacin, la marginacin y el atraso que ello genera,
constituyen en general un peligro para toda la humanidad.
En los ltimos aos se han multiplicado los lugares de
residencia exclusiva, apartados y cercados. Pequeos parasos en los
cuales sus habitantes se sienten a seguro resguardo de una sociedad
cada vez ms violenta y ms insegura.
Pero a poco que se avanza, nos damos cuenta de esta
inutilidad de estos intentos, porque algn da tienen que salir, y
porque irremediablemente condenan a sus actores a la soledad y al
aislacionismo.
Aquello de que el planeta es la casa de todos, adquiere hoy una
importancia singular porque los espacios y los recursos se agotan, y
por ms que imaginemos y construyamos el mejor refugio, no hay
posibilidad de salida si no es para todos.
Hay quienes piensan en construir una lite exclusiva que
pueda vivir en medio de la marginacin y la miseria.
Que pueden construir un lugar artificial donde todo sea
sintetizado Pero para quienes harn eso?. Porque cuanto ms
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avanza el proyecto, ms se achica; mientras ms se excluye, ms se
comprime el campo para el desarrollo del modelo exclusivista. A
quines vendern lo que producen?
Cmo producirn el dinero para mantener ese campo
exclusivo?
Estas y muchas otras preguntas, cuanto ms avanza el modelo,
quedan sin respuesta, pero la realidad responde inexorablemente,
con el desempleo, recesin y miseria.
Para hacer frente a esto, debemos transformarnos individual y
socialmente.
Este proceso ha comenzado, pugna por lograr un lugar,
debemos sumarnos para acelerar su desarrollo.
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LOS NUEVOS VALORES
Resulta sumamente difcil imaginar cmo podremos lograr la
transformacin, si todo est predeterminado por un mundo que
parece ir en un solo sentido.
Cmo haremos para resolver el presente que est gobernado
por el modelo, si las circunstancias que el mismo crea respecto de la
gente, parece no tener otro remedio que la aceptacin.
Considero que estas afirmaciones no tienen valor categrico, y
que deben vincularse justamente con la transformacin personal y
social.
El modelo va a seguir existiendo por bastante tiempo ms, a
pesar de los voluntarismos, dado que ha demostrado que puede
comprar la conciencia de la gente, y aqu est el primer gran
problema a resolver: Cmo hacer para no ponernos en venta.
Ahora sin lugar a dudas, el ser humano, sobre todo en
nuestros pases del cono sur, y en regiones como nuestro NOA, con
la miseria y la marginacin, es un artculo de mercado.
Resolver este problema nos llevar tiempo, porque requiere
educacin y los gobiernos no estn dispuestos a darla, porque el
basamento del poder est dado en la ignorancia, sobre todo para que
el modelo prospere.
Pero resulta absolutamente necesario dar el paso an a costa
de la voluntad poltica de quienes ejercen el poder.
No se trata de generar un sistema paralelo o de liberar al
estado de sus obligaciones al respecto, sino de lograr una conciencia
importante y activa en relacin a estos cambios para que luego
tengan la expresin en polticas activas por parte del estado.
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Se trata, en consecuencia, de que el ciudadano recupere sus
organizaciones sociales y polticas para ponerlas al servicio de los
intereses del bien comn.
Para ello, deben jugar un papel fundamental las
organizaciones no gubernamentales y sociales, entidades
intermedias, partidos polticos, etc.
La primera proposicin que deberamos aceptar, es que no hay
caminos ni recetas hechas, porque cada realidad es distinta.
Se trata de saber cmo creamos las condiciones para que el
hombre pueda desarrollarse y generar acciones creativas en un
medio hostil a los cambios, mientras subsistan las actuales
condiciones de sometimiento.
Entonces el proceso de transformacin debe darse sin esperar
que lo inicie el estado, sin que dispongamos de inmediato de un
aparato educativo adecuado, con los grados de desocupacin que se
irn acrecentando, porque el modelo no dar las respuestas, y con
muchas ms dificultades de las que hoy tenemos, y que pueden
resumirse en la ms grave: La fabulosa concentracin de poder
econmico y poltico de la que se tenga memoria. Poder que incluso
ha superado totalmente a los estados nacionales y que contiene en
su propia naturaleza los grmenes de la destruccin. Esto, ms tarde
o ms temprano, va a colapsar, porque el hombre poco y nada tiene
que hacer en este sistema que es autosuficiente y ha convertido al
ser humano en un esclavo de necesidades, pero adems lo ha
transformado en un artculo desechable.
Podemos ver en nuestro pas, ms all de las fantasas o
realidades, la eliminacin de los poderosos (Yabrn, por ejemplo),
los ha revelado solo como una pieza del sistema. Todo el poder
personal a la hora de la realidad es solo una gota en el ocano.
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De all podemos ver la epidemia de suicidios o muertes sin
esclarecer, el sistema comienza a cobrar su precio y a revelar su
naturaleza: Necesita de la impunidad para subsistir.
Nadie puede creer lo que est pasando en los EEUU: El
hombre ms poderoso del mundo, el que puede llevar al planeta a un
holocausto nuclear, o con una decisin equivocada, hacer caer el
sistema monetario internacional, se muestra condicionado por un
affaire amoroso.
Qu decir de los trabajadores, de los desocupados, de los
jubilados, de los profesionales, de los pequeos y medianos
productores, que solo son una cifra en los programas econmicos del
modelo. O de los presidentes, gerentes del modelo en cada pas, o
los diputados y senadores: muchos no existen, pero nos gobiernan, y
en el mejor de los casos, todava no saben para que; solo hacen su
trabajo para mantenerse donde se encuentran, para que el modelo
no los expulse.
El poderoso no puede pararse un minuto; la avaricia y la
voracidad, la corrupcin de los otros, alcanzarn la suya propia, y
entonces ser eliminado. Ms an con la velocidad de los
acontecimientos, no podr como antes, esperar a morir con el poder
que tena. Alguien ya est construyendo, otro de la misma especie,
que lo destruir y ser nada.
El hombre comn es esclavo de las necesidades bsicas,
obligado a trabajar por nada, o a recibir lo que le den al momento de
su retiro, a no pensar en el futuro de sus hijos y condenado a vivir
en medio de la muerte.
En este modelo tenemos que vivir, y de este modelo tenemos
que salir, pero no hay salida sin proyecto.
Veamos el santiagueazo, no tuvo direccin ni proyecto, fue
espontnea muestra de bronca e impotencia, pura rebelda pero sin
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salida, termin entregando a la gente a la desesperanza y a las
mismas cadenas originales.
No hay salida para esto?.
Yo creo que si, esta salida debe ser buscada por la gente; pero
si hay instrumentos, sencillos al alcance de la mano, pero se
requiere constancia y decisin para poder manejar los tiempos.
Pero hay uno que es fundamental: Salirse de la esclavitud de
las necesidades. Dedicar nuestros mayores esfuerzos a superar el
problema de las necesidades bsicas, y despojarnos de la superflua
oferta del consumismo, de la mano de nuevos valores; hay que crear
las condiciones para buscarlos.
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LA LIBERTAD: UN PUNTO DE PARTIDA.
El dilema de si la libertad puede tenerla quien por ser esclavo
no puede manejarla, dilema que ha ido acusando los cambios de la
sociedad y cuya resolucin filosfica ha dado fundamento a tantos
gobiernos autoritarios, no ha podido ser resuelto en este siglo XX.
El hombre es ms esclavo que nunca, ya ni si quiera de otros
hombres, sino de un sistema. Aquella fantasa futurista del hombre
esclavo de una mquina autosuficiente se ha dado en la realidad con
el modelo.
Luego del progreso tecnolgico y cientfico, fabuloso legado de
este siglo, viene ahora la bsqueda de esa libertad.
No es el propsito de este trabajo dar definiciones, pero al
menos vamos a caracterizar a la libertad como un valor sustentado
en el conjunto de condiciones internas y externas que permiten el
desarrollo de las capacidades humanas en una interrelacin
ordenada de los individuos entre s, y del ser humano con el planeta.
Y aqu comenzamos con la transformacin personal en el
marco de esta definicin.
El modelo nos propone la libertad, como la libertad para
consumir, y derivado de ello, toda libertad se relaciona con la
libertad de mercado, valor absoluto al que se debe aspirar y para ello
debe someterse a las reglas que se le imponen.
Pero resulta que estas reglas no estn hechas para l, sino para
la subsistencia del sistema, y en definitiva termina siendo una
libertad formal, que tiene un solo aspecto ms importante: La
libertad de robar.
Nos roban el medio ambiente, nos roban los recursos
naturales, nos roban los recursos econmicos, nos roban el sistema
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institucional, y as podramos seguir indefinidamente, y todo en
nombre de la libertad.
En los ltimos aos, en este pas, ni si quiera se ha respetado
el sistema jurdico formal: se han robado las leyes y la constitucin,
no vale la pena hablar de los ejemplos por todos conocidos.
Y esto Por qu es posible?, porque en la sociedad no se ha
creado conciencia de problema.
Ejemplos prcticos, a la vista de todos los das. El que acepta
un soborno y el que lo paga, son la mejor justificacin y
fundamento para que las coimas fabulosas que se han descubierto en
este pas, queden como una mera ancdota porque no hay un
reclamo social al respecto.
Es ms, el sistema del soborno es socialmente aceptado y
adems inducido por los propios burcratas que nos terminan
convenciendo de que es mejor pagar en el sistema informal que
cumplir o luchar por un derecho que nos pertenece.
Existe una idea generalizada roba pero hace y ello nos aleja
cada vez ms de la oportunidad de construir algo distinto.
Aquel que cobra, y el que paga sobornos, da fundamento para
su propia desgracia, porque legitima, nos guste o no, todo el
latrocinio en el cual nos encontramos inmersos.
Se ha justificado esto en la extrema necesidad y los bajos
sueldos, pero en definitiva, retroalimenta al sistema, y nos somete
an mas.
De esta conducta social se sirvi el sistema para elaborar la
excusa para hacer caer los ferrocarriles, la seguridad social, la salud.
Todos estaban complicados en todo, pero la cada solo benefici a
unos pocos. Naci el ideal empresario cuyo afn de lucro
desarrollado en la libertad de mercado, nos conducira al paraso de
la eficiencia, y aqu estamos.
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No se trata de postular estatismo o liberalismo, o una cruzada
moral, no es tampoco objeto de este trabajo. Se trata de exponer
conductas sociales y su influencia en los procesos de
transformacin.
El vecino que arroja la basura en la calle o en la plaza, o
desagota las aguas servidas en los desages pluviales, termina
legitimando con su conducta social, a la empresa que degrada el
medioambiente.
Hay miles de conductas de este tipo que terminan en la peor:
La falta de conducta cvica para emitir el voto.
No se trata de equivocarse, para eso es la democracia, se trata
de no imponerle al momento de votar o de vender el voto, cosa muy
comn, sobre todo en nuestro norte, y con eso legitiman que las
promesas electorales luego sean burdas mentiras en el ejercicio del
poder, o lo que es peor, que los gobernantes entiendan que han
recibido un cheque en blanco.
As estamos cautivos. No podemos ejercer la libertad o la
hemos perdido, depende de la postura filosfica que se adopte.
Pero lo cierto es que estamos rodeados de corrupcin, de
autoritarismo, de desprejuicio.
Hoy cualquiera que quiera hacerlo, y tenga el poder y/o las
influencias, puede modificar el sistema legal y aduearse de
nuestras vidas, no importa cun fuertes o dbiles seamos. En
nuestra provincia sobran los ejemplos.
De esto tenemos que salir. No se sale polticamente, se sale
socialmente. No hay cambios sin proyectos sociales que los avalen,
se necesita un nuevo pacto social para la libertad, y esto no lo
haremos desde la superestructura, lo tiene que definir el hombre
comn. Es David contra Goliat, porque mientras tanto el modelo va
a seguir, pero hay que hacerlo.
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Los instrumentos estn al alcance de la mano; esto ya est
funcionando en otros pases, en ello tienen mucho que ver las
organizaciones no gubernamentales y sociales.
All debe darse la discusin y la formacin, y desde all debe
darse batalla a los problemas cotidianos sobre la base de la
solidaridad.
Muchos piensan que la solidaridad es darle unas monedas al
chico de la calle, o al hambriento que toca nuestras puertas, y que
luego se puede no cumplir con el trabajo para el que se lo contrat, o
no pagarle a los empleados.
El primer acto de solidaridad es cumplir correctamente con
nuestro rol en la sociedad, porque eso es una cadena de transmisin
de una fuerza inconmensurable, muy difcil de dominar: Ello
alimenta el proyecto social.
Cumplir con el deber, en definitiva, ser lo que debemos ser, y
hacer lo que debemos hacer; que no siempre es cumplir con las
leyes, muchas veces significa oponerse y trabajar con el conjunto
para cambiarlas, pero cuando se lo hace desde una posicin de
legitimacin social, el esfuerzo no es el mismo.
Haciendo un ejercicio de imaginacin: Qu pasara, si en la
administracin pblica hubiera la decisin programada de los
empleados, de que todo se tramite normalmente y en los plazos
establecidos, respetando las normativas y los derechos?, A la larga
no produciran una fuerte presin en la decisin final?. Puede
parecer utpico, incluso inocente, pero muchas veces por all
comienza la recuperacin de las instituciones que nos pertenecen.
Qu pasara si el cuidado del medio ambiente, fuera una tarea
socialmente asumida?.
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As podramos tomar miles de ejemplos, pero para que ello no
sea una utopa hay que superar el fatalismo del no es posible o la
urgencia de los resultados inmediatos.
En esta provincia hay ejemplos de conductas sociales
asumidas en forma colectiva que han dado resultados positivos, de
lo que se trata es de aceptar la formacin en el tiempo, la
organizacin, la interdisciplinariedad, y la constancia como los
presupuestos necesarios del cambio.
Por solo poner un ejemplo, el centro vecinal, si en lugar de ser
una oficina de reclamos o de apoyo poltico, tomando la idea que
siempre se tiene de estos agrupamientos, se lo transforma en un
mbito de formacin, de discusin, de creatividad, de solucin de
conflictos, de actividades para mejorar la calidad de vida; estamos
contribuyendo a construir otra mentalidad, Pero esto no lo har el
estado ni la superestructura, lo debe hacer el vecino, y todo
comienza con el primer paso.
Otro: Si nos comprometiramos a desarrollar el
cooperativismo como forma alternativa de la economa, como
proyecto social, quizs podramos encontrar ms de una solucin al
desempleo. Pero esto no lo va a hacer el modelo, tiene que haber una
decisin social de impulsarlo.
Pero como vemos, todo ello requiere salirse del modelo, an
cuando debamos vivir en l, pero podemos cambiar muchos
resultados adversos hasta que sobrevenga el cambio de fondo que
nadie puede predecir cmo ser. Pero que habr un cambio ya no lo
niega ni el ms conservador de los analistas.
El problema es saber si seguiremos siendo objeto de los
cambios, o sujetos de los mismos; elaborar las respuestas depende de
la accin.
La primera accin mientras subsista este modelo es la
resistencia.
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Cuando hablamos de modelo no nos referimos a un modelo
poltico circunstancial y determinado, sino a aquel del cual este no
es nada ms que la expresin instrumental, que ha permitido a lo
largo de este siglo que la avaricia, la corrupcin y el desprejuicio se
adueen de los instrumentos de gobierno social, de las instituciones,
de la economa, del que ha permitido, en definitiva, que las
minoras saquen provecho del trabajo social y destruyan el planeta
sembrando el hambre, la miseria y la desocupacin.
Pero esta resistencia debe ser organizada, debe partir de la
conciencia de que tenemos que resistir, pero a la vez, construir la
alternativa.
Resistir, no con el sentido de vivir a la defensiva, sino de
resistir para construir las polticas activas en el campo de la
educacin, la ciencia, la tcnica, la produccin, y el desarrollo. Que
sean solidarias y no excluyentes.
Construir con las mayoras excluidas de otros pases, una
integracin, no de intereses contrapuestos y competitivos, sino de
polticas solidarias y de crecimiento.
En esto ya no estamos solos, tampoco sern propuestas de
ideologas extraas, hoy en todo el planeta se est resistiendo, y
construyendo en este sentido. Para ello debemos recuperar la
globalizacin como producto cientfico y social, para globalizar la
solidaridad (Juan Pablo II Fidel Castro, encuentro en Cuba).
Pensemos por ejemplo en las organizaciones ambientalistas,
han logrado construir un fabuloso poder de resistencia a la
destruccin del medioambiente.
En las organizaciones de consumidores, que en otros pases
pueden condicionar la elaboracin de determinados productos, o los
precios o las polticas empresarias.
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Podramos dar miles de ejemplos, pero hay una tarea que es la
primera, superar el egosmo, la envidia, el aislacionismo a los que
nos ha sometido el modelo, debemos reconstituir el tejido social
abierto por estos males, y ello no va a ser fcil, pero debe hacerse, es
prioritario para que cualquier accin de resistencia sea posible.
All entran las organizaciones no gubernamentales, los
municipios como primer escaln de la democracia, como una
organizacin estatal, y al alcance de la mano de los ciudadanos, los
centros vecinales, las parroquias, los centros de estudiantes, las
organizaciones intermedias, los propios partidos polticos; all se
debe construir la alternativa.
La alternativa no es un producto poltico, es un proyecto
social, al que el proyecto poltico deber adecuarse para no
sucumbir. Solamente si hay un proyecto social solidario, habr un
proyecto poltico solidario; de lo contario, el modelo ser un camino
inevitable.
Para construir, solo hay un camino: la participacin; todos
debemos empezar a trabajar, a inmiscuirnos en los problemas y en
las posibles soluciones, sabiendo que no hay una verdad, hay un
camino a la verdad, y que a este se lo abre y se lo construye entre
todos.
Y participar sin pensar en los resultados inmediatos, porque
de lo contrario la lucha estar perdida de antemano. Tenemos que
pensar en el hoy, pero tambin saber que el maana llegar si
tenemos constancia.
Salir del modelo implica vivir en el modelo, y condicionarlo
con nuestra accin, con nuestra resistencia. No habr nuevas
dirigencias polticas comprometidas con una salida, si todos
pensamos que podemos robar porque de arriba lo hacen.
O si para comprometernos esperamos que primero vaya
nuestro vecino.
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La primera transformacin es la personal.
Y luego, o paralelamente, viene la transformacin social, que
nos abrir las puertas de salida, pero ese lugar debemos ganarlo; el
modelo no nos regalar nada, al contrario, nos seguir tratando
como lo que somos hoy: productos que pueden comprarse o
venderse.
El camino de la transformacin ser duro y difcil, pero hay
que dar el primer paso; ste puede ser dado en el ms humilde
agrupamiento social, o en la ms inusual convocatoria de cambio,
pero debe darse, y cualquier instrumento o circunstancia son vlidos
para hacerlo. Debemos prepararnos, sabiendo que todo lo que se
hace es para el ser humano y todo est condicionado por l, hasta el
propio modelo, que inexorablemente sucumbir porque no lo
contiene.
Saber que esto va a ocurrir, es la mejor esperanza.-
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Este libro se termin de imprimir el da 20 de noviembre de 1998 en los talleres grficos de la
EDITORIAL HERCA, Lavalle N 145 (4200) Santiago del Estero (Repblica Argentina.)